sábado, 2 de enero de 2010

Laicismo del bueno


El laicismo es fundamental en nuestro partido y hacemos de él nuestra carta de presentación. Pero últimamente parece que se ha puesto de moda abusar del calificativo de "laico" aplicándolo en demasía. Y ya se sabe que el uso excesivo de una palabra o pervierte su significado o lo trivializa.
El laicismo es la separación de la religión y el Estado y, por analogía, la exclusión del Estado de ideologías referidas a sentimientos privados, como las identitarias, con excepción de la común identidad democrática que es imprescindible cultivar. En otras palabras, el que un ciudadano se sienta (incluso que lo sea) musulmán o cristiano o asturiano o vasco no debe constituir una ventaja o una desventaja ante el Estado.
Dos ejemplos de estos abusos. En el primero, leído recientemente en la página web de UPyD de Murcia, se alababa, con muy buena intención, la aprobación por el ayuntamiento de La Unión de los "bautizos laicos" (que se iniciaron en Madrid a mediados de 2009). ¿No sería mejor llamar a esta ceremonia "bautismo civil" puesto que ya existe el matrimonio civil? De hecho, así lo propone la reglamentación del propio ayuntamiento de La Unión.
El otro ejemplo lo leo hoy en un periódico que titula "Un Año Santo para laicos" refiriéndose a que únicamente un tercio de los que hacen el Camino de Santiago lo hace por motivos religiosos. En este caso creo que hay palabras como "ateo", "agnóstico" o, simplemente, "no creyente" que expresan mejor lo que dicho titular quiere decir.
En definitiva, mantengamos el sentido fuerte del significado de la laicidad como forma de relación entre las creencias particulares (de cada cual) y el Estado (de todos), pues en estos tiempos de particularismos es más necesario que nunca.

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